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Excéntricos serán los sandulcinos: residentes o visitantes de esta península de mangles en retoño. Aunque parecerán que andan en Babia, en realidad los moverá una creciente curiosidad. Sus ojos, refrescados, distinguirán el verde del gris, y es probable que comiencen a ver mis ruinas como materiales de construcción. Más aún, tendrán los pies bien plantados en el asfalto y, con suerte, buen oído. Errantes como cartógrafos, recorrerán paso a paso otro lugar llamado San-dulce, cuyas dimensiones coincidirán con las de este barrio. Serán, tal vez a conciencia, principio y fin de una travesía mitad real, mitad imaginaria.
SANDULCINOS
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