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No es ni será la última crisis. Peatones y vehículos, arribistas y miserables, siempre han coexistido en mí. Pocos suben, muchos caen; se cierra un ciclo y se abre otro. No hay buena fortuna que no se gaste, ni infortunio que no recese. Puede que grites de desesperación o de júbilo, o puede que, como yo, dividas por parcelas tu buena y mala suerte. Lepra o brillo, mudo el carapacho de nuevo y cambio mis letreros. Como tú con tu piel y tu dentadura. A veces somos paisajes de polvo, a veces de aguacero.
LA SUERTE
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